viernes, 8 de diciembre de 2017

Entrevista de Josep Massot a Philip Levine (La Vanguardia, 6 de junio de 1991)


Entrevista a Philip Levine, poeta estadounidense
El poeta tiene la misión de decir la verdad entre tantas mentiras
Philip Levine (Detroit, 1928), uno de los poetas más celebrados en Estados Unidos, participó ayer en los encuentros que organiza el Instituto de Estudios Norteamericanos. Josep Massot (Barcelona).
-El desconocimiento de la poesía contemporánea de EE.UU. fue lo primero que lamentó el nuevo poeta laureado. Brodsky...
-¡Olvídese de lo que dijo Brodsky! Él sabe muy poco, si no nada, de poesía norteamericana: él mismo traduce sus poemas al inglés. Es un incompetente. En sus temas parece tonto y en la forma de ejecutarlo, infantil. Siempre vamos al Este a encontrar a un hombre blanco para que sea poeta laureado, pero nunca llegamos suficientemente al Este.
-¿Puede dibujar un panorama de lo que se hace allí?
. -Hay una escuela que deriva de Whitman; otra, de la escuela británica del XVII; otra más mantiene la escuela de Pound. Pero la que sigue teniendo una influencia más intensa es la de W. C. Williams. Claro que unos y otros no se hablan, y esto es saludable. Pero hay otras, que representan el carácter étnico, como la poesía chicana, la “spanglish”, la africana y la feminista. Para los que no hacemos poesía suburbana, hay una influencia creciente de Paz, Vallejo, Milosz, poetas chinos...
-Usted dice que está intentando traspasar al inglés lo que hacía Machado, ¿qué le interesa de él?
-Lo que me interesa de Machado es la pureza de la dicción, la simplicidad del mensaje y una musicalidad que no se encierra en sí misma. Yo no vivo en el mismo mundo que vivía el, pero en muchos de sus poemas vuelve a los lugares de su pasado, casas en que vivió, y las encuentra cambiadas; un cambio es una espina en el corazón. Para un americano de 63 años es imposible volver a las casas que habitó, ya no existen.
-¿Poesía de la memoria?
-Sí, veo al mundo desapareciendo delante de mí. Una de mis funciones es la de rescatar gentes y lugares de la destrucción del tiempo.
-Al contrario, pues, que Whitman, que cantaba el progreso.
-Porque Whitman era hijo del siglo XIX. Vio el tren como un símbolo de progreso y no hubiera podido ni soñar que estos trenes llevarían las tropas a matar indios. Hubiera alabado el avión, pero si hubiera vivido suficiente tiempo, ¿qué hubiera dicho de Guernica, de Hiroshima? Yo he vivido más tiempo y no puedo tener su optimismo.
-¿Niega, pues, el futuro?
-Sugiero la revisión del uso de la tecnología. Puede llevar a la destrucción y, también, tengo 63 años y sin ciencia estaría bajo tierra.
-¿Qué papel desempeña el poeta en EE.UU.?
-Mientras venía en el avión, leía un diálogo entre Gore Vidal y Norman Mailer. Vidal decía que la frase “famoso escritor americano” no tenía sentido. Madonna, Bush, las estrellas del rock, son famosos, ni siquiera Norman Mailer.
-La poesía como género, ¿tiende a desaparecer, porque el cine, la novela han vampirizado sus registros?
-No. Creo que han cambiado la poesía, pero también la han enriquecido. La poesía toma prestadas técnicas del cine, la idea de dos narraciones que van una al lado de otra, la idea de interrupciones repentinas, del montaje. Ahora ya no tendemos a escribir tanta poesía narrativa como hacíamos antes y la poesía es más interna, se ha revisado la calidad de la poesía.
-Tras la beat generation, ¿hay, pues, una vuelta al rigor formal?
-La falta de rigor en los beat es verdad si hablamos de los clowns, de los poetas de segunda fila. Si hablamos de los mejores, como Ginsberg o Gary Snyder, estamos hablando de una poesía muy artística y muy sofisticada. Si hablamos de Ferlinghetti, de incompetencia.
-¿Tiene futuro la poesía?
-Cuando en mi país todos los ciudadanos están inundados por mentiras, por la política, por ministros de todas la iglesias, los diarios, la televisión, alguien ha de rescatar la lengua, devolverle la precisión, decir la verdad, acordarse de que es precisamente el lenguaje lo que nos hace humanos y ser testigos de lo que realmente está pasando.
-Antes se dividía la literatura americana en “rostros pálidos” (James, Pound) y “pieles rojas” (Whitman, Williams). ¿Y ahora?
-Ahora se divide entre “lo cocido y lo crudo”. Ginsberg es el rey de los poetas crudos, todo parece fácil. El rey de los “cocidos”, muy culto, extremadamente formal, difícil de penetrar, era Robert Lowell.
-¿Más que Stevens?
-Stevens sería “muy hecho”. Por la perfección de la superficie.
-¿Y usted?
-¿Yo? “Al dente”.

La Vanguardia, 6 de junio de 1991, p. 50

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