lunes, 29 de mayo de 2017

Entrevista a Ángel Crespo (La Vanguardia, 29/12/1993)

Ángel Crespo en Florencia (1980)
Entrevista a Ángel Crespo, profesor, poeta, ensayista y traductor
Lo que intento hacer es ir más allá del materialismo positivista que nos domina

EMILIO MANZANO
Barcelona
Al tiempo que redacta pausadamente sus memorias, Crespo corrige exámenes de sus alumnos de la facultad de Traducción de la Universitat Pompeu Fabra y galeradas de sus próximas entregas bibliográficas: dos nuevos poemarios, una traducción de Joan Maragall, incluido todo el “Comte Arnau” y, cómo no, Femando Pessoa: “90 poemas últimos. 1930-35“, firmados como Fernando Pessoa y escritos en un momento en que el polígrafo se deja de heterónimos y se confiesa.
En realidad, toda mi obra literaria, sea del género que sea, ha tenido siempre por común denominador a la poesía, y éste es también el de las memorias que estoy empezando a pergeñar, pues lo que quiero contar en ellas -en una primera parte- es cómo me formé social, sentimental e intelectualmente y por qué aquella formación, tan compleja y accidentada, tuvo por resultado una visión fatal e irrenunciablemente poética del mundo”.
-Las memorias de los hombres de cultura sirven, a menudo, para ajustar viejas deudas.
-Yo no pienso saldar ni ajustar cuentas. Lo primero, porque creo haber pagado con creces mediante muchas renuncias y porque no tengo ningún interés en cobrar lo que he hecho por mi gusto; lo segundo porque no soy rencoroso. Pero es evidente que haré algo mucho más arriesgado, decir siempre la verdad.
-Usted ha reivindicado siempre la filiación entre esoterismo y poesía.
-Entendámonos. Esotérico es todo aquello que sólo puede ser cabal y profundamente entendido cuando se ha recibido una iniciación, no sólo intelectual, sino sobre todo ética, de carácter simbólico encaminada hacia dicho entendimiento. Esta iniciación puede proceder de las enseñanzas de quien está capacitado para impartirlas o bien de un esfuerzo solitario que participa de lo metafísico y de lo estético de manera inseparable. Se trata de algo que va más allá del materialismo positivista que nos domina y por ello sus obras participan de lo trascendental y de lo sagrado. Uno y otro método de iniciación no son compatibles entre sí, puesto que el primero es ante todo un sabio entrenamiento para poner en práctica el segundo.
-¿Cree que esta fructífera alianza entre magia y poesía goza de buena salud en la poesía contemporánea?
-Volvamos a entendernos. Lo mágico no es más que un aspecto de lo esotérico, y se fundamenta ante todo en la analogía, que es el primer medio de conocimiento de la humanidad, del que se derivan todos nuestros conocimientos por encontrarse en la iniciación de todas y cada una de las ramas del saber. Sin la analogía, no sólo es imposible intuir, sino incluso razonar y comprender la diversidad y la oposición. Goethe lo dijo, y Pessoa lo repitió: todos es símbolo y analogía. Y claro es que lo mágico en este sentido goza de buena salud en la poesía y en la cultura no exclusivamente contemporánea, de manera que el mismo lenguaje, dado que su complejidad procede de su naturaleza simbólica y analógica -y en consecuencia discriminadora-, es esencialmente mágico.
-“Todo es símbolo y analogía”... ¿Qué nombre hay que darle a un hombre que vive, piensa o habla sin símbolos?
-Afortunadamente, ese hombre no tiene nombre porque no existe. El hombre es un animal simbólico y, en consecuencia, analógico. Lo que sucede es que, en esto, como en otras cosas, son muchos los que se desconocen.
-Por último, como estudioso no sólo de la obra sino también del perfil humano de Fernando Pessoa, ¿no cree que se ha creado un estereotipo -hombre apocado, homosexual reprimido o asexuado, esquizofrénico- que le hace muy poca justicia?
-En mi libro '“La vida plural de Fernando Pessoa” y en varios de los trabajos que le precedieron o le siguieron, trato de ofrecer la imagen auténtica de un Pessoa cortés y discreto pero no apocado, carente de prejuicios sexuales pero no homosexual reprimido, ni mucho menos asexuado (¡qué disparate!), sí al borde de la esquizofrenia en ciertas ocasiones excepcionales pero siempre dominado por el fantasma de una posible locura, de la que supo librarse con tesón y un continuo y genial autoanálisis y, por supuesto, trato en resumen de mostrar que Pessoa ha sido uno de los escritores más complejos de nuestro tiempo.

La Vanguardia, Cultura, 29 de diciembre de 1993, p. 21

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