martes, 12 de febrero de 2008

Iglesia y estética (II) Un texto de Milosz.

"Barroco. Sus vidas eran duras y monótonas. Iban detrás del arado, sembraban, empuñaban la hoz y después segaban con la azada, así una y otra vez, de sol a sol. Sólo los domingos, cuando iban a misa, todo cambíaba de repente. Dejaban atrás la momotonía para sumergirse en la blancura y el oro de los capiteles de columnas onduladas, en el dorado marco de los cuadros, del ciborio, en el centro del altar. Y todavía más oro y blancura arriba, bajo la cúpula, mezclándose con la luz y el azul del cielo. Miraban alrededor y la música de los órganos los hacía levitar.
El barroco de los palacios y de las torres de las iglesias no es el más importane, sino el de los interiores de los templos. ¡Qué hallazgo más maravilloso! No es extraño que el barroco jesuita se extendiera al este de Europa, hasta las ciudades de Polock y Witebsk, que conquistara América Central y del Sur. La línea ondulada en lugar de la recta, la forma caprichosa y abundante de colocar los ropajes de las estatuas, los ángeles rollizos que vuelan y que invitan al oro, al esplandor dorado dispuesto de la manera más generosa.
¿Quizás el barroco surgió para rivalizar con el cofre o la colmena dorados que son los interiores de muchas iglesias ortodoxas, donde el canto, el olor al incienso y las palabras de la liturgia sustituyen a la teología y la propagación de la buena nueva? Sólo sé que unos caballeros de Kiev, en el siglo X, se encontraron en Hagia Sophia, la iglesia más grande de Bizancio, y una vez en el interior del templo ya no sabían si estaban en la Tierra o en el Cielo. Según la leyenda este hecho motivó que el príncipe de la Rus de Kiev eligieron para su país la religión cristiana. De todos modos, el barroco católico rivalizó de forma eficaz con la iglesia ortodoxa, frenó la marcha de la Reforma, quizá las paredes desnudas de una iglesia protestante no podían anunciar el Reino de los Cielos"
Abecedario. Czeslaw Milosz

Esto es, en la liturgia y las iglesias de entonces se consegía crear una ruptura con el mundo "de fuera", introduciendo al creyente en un espacio y en un tiempo nuevo. La vulgaridad de los templos y de la supuesta liturgia actuales tiene sus raíces, por contra, en un intento eclesial por intentar imitar aspectos, facetas o estéticas de un mundo, que además, generalmente, no se entiende.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Genial entrada de Milosz. Se agradece el vínculo.

Don Cogito dijo...

Es que Milosz es mucho Milosz... y hay tan poco traducido al español...